Matilda

Excelentísimo Presidente del Gobierno:
Hoy vengo a hablarle de unos problemas recientes que hubo en una escuela, la cual
tiene de directora a Agatha Trunchbull.
Querría que usted controlase la educación que tiene dicha persona con los alumnos de
su escuela, ya que la señora Trunchbull ha estado agobiando y sometiendo a los niños
a cosas muy duras.
Por ejemplo, tiene un lugar al que llama La Ratonera, el cual es un pequeño armario
donde hay poco oxígeno y diminutos pinchos y cristales con los que hacerse daño. En
él encierra a los niños y niñas que la directora piensa que se portan mal.
Un día, en la escuela, la directora lanzó al aire fuertemente a una niña llamada
Amanda Thripp por no llevar un peinado que le agradase.
Días después, obligó a un niño de nombre Bruce Bogtrotter a comerse una gran tarta
de 45 cm de diámetro y, por muy apetitoso que parezca, el joven acabó con dolor de
barriga y también de cabeza, ya que la directora le rompió un plato en la cabeza. Por
suerte, no salió herido.
Una niña llamada Matilda me contó que la Trunchbull la acusaba siempre de hacer
cosas que no eran su culpa. También que la directora tira de los pelos o de las orejas a
los alumnos que no acertaban las preguntas. Un día, tiró por la ventana a un
muchacho por decir una respuesta incorrecta.
La directora, a menudo agarra a los niños y niñas por las piernas por no saber deletrear
y, el caso es que Agatha les mandaba decir letra a letra palabras difíciles para su edad,
cabe destacar que los chiquillos tienen apenas cinco y seis años.
La pequeña Matilda me afirmó que un día vio a la Trunchbull darle una patada a un
gato indefenso y tranquilo. No tiene nada que ver con el colegio, pero es un acto muy
cruel.
Esto es un resumen de las muchas barbaridades que realizó la directora Agatha
Trunchbull, así que por favor le pido que la frene para que los alumnos no teman a
acudir a su centro educativo y les devuelva la paz que se merecen.

 Autora: Ángela Cuesta Jiménez

  Editor: David Rodríguez Marín